Me gustas. Lo siento si no te lo digo mucho, pero lo sé. Me gustas. Lo siento si no lo expreso y cuando lo hago, no lo hago con suficiente claridad. Me gustas. Casi tanto como a Romeo Julieta, como a Cyrano Roxana, como a mí tú. Me gustas tanto como el lémur Julien ser rey, como a Peter Pan ser niño.

Lo siento, te juro que lo siento pero… Me gustas. y mucho, no me gustas así por encima y de mala gana ¡no! Me gustas locamente, apasionadamente. Me gustas mas que sonreír. Me gustas mas que el chocolate. Incluso me gustas mas que el sabor de las nubes en las tardes de otoño. te juro que lo siento…

Me gustas casi tanto como me gusta la música. Me gustas casi tanto como me gustan tus manos, como me gustan tus labios, si esos labios de los que salen las palabras que mas ge gustan en este mundo de la persona que mas me gusta en este mundo. Me gustas mas que el propio mundo, da igual la estación, la hora, el día, el tiempo, la gente… Tu siempre me gustas mas, como o casi tanto. Simplemente me gustas.

Creo sinceramente que no es cuestión de físico, ojos bonitos o pelo rubio. Creo sinceramente que es cuestión de realidades, prioridades y sentimientos.

En primer lugar, amo sentirme único y valorado, que me demuestres con acciones y en consecuencia me gusta dar lo que recibo. 

Por otro lado, la lista de odiados es tan extensa y seguramente repetitiva que intentaré reducirla de una carta carente de destino y destinatario.

   

"Odio tantas cosas que no se como empezar, así que lo haré en riguroso orden anárquico. Odio que me mientan, engañes, prometan y no cumplan. Odio los sentimientos porque me hacen vulnerable y también odio expresarlos de cualquier forma física, en relación con esto odio sentirme mal, solo y sobre todo odio sentirme como un segundo plato. Odio ser tan desquiciante y desquiciarme con gran facilidad. Odio con todo mi alma no ser tan comprensivo como debería, sobre todo conmigo mismo..." 

Con este fragmento de aquella carta termino este escrito con el fin de aplacar mi ira que desciende con cada letra plasmada pero no sin reflexionar antes ¿A caso hay algo mas real y prioritario que un sentimiento?

Deberíamos aprender a sentir y a sentirnos, a querer y a querernos, a soñar y a soñarnos. Deberíamos aprender a rendir, pero no a rendirnos; a morir, pero no a morirnos, no a morirnos sin alcanzar las nubes, sin correr y recorrer todo camino a la felicidad. No a morirnos sin quemar cada obstáculo y aprender a quemarnos por lo que queremos. No a morirnos sin luchar, sudar y sangrar por cada objetivo, meta y sueño, porque si morimos sin cumplir cada deseo, desde el mas banal hasta el mas salvaje desde el mas insulso hasta el mas codiciado quiere decir que no has hecho lo suficiente, que te has rendido, que has dejado que el rozamiento te frene y que la gravedad estampe tus sueños, y eso, eso no lo puedes permitir. En realidad, lo único que llega por un golpe de suerte, buena o mala, es la muerte. Los sueños se persiguen, si no, no van mas allá de una imaginación limitada por la realidad.